Luisa en los años que estuvo en las escuelas públicas del condado Miami-Dade fue una estudiante indocumentada, dado que se había mudado desde Colombia. Como una estudiante nueva en una escuela primaria, ella experimento las dificultades de las barreras del idioma y la soledad que se asocia a ser una estudiante indocumentada en nuestro sistema educativo. Sin embargo, también vio las inmensas oportunidades que nuestras escuelas le proporcionan a estudiantes como ella, permitiéndole aprender Ingles mediante un programa de Ingles para hablantes de otro idioma y entro en un programa para dotados. Es la dualidad de la experiencia, ser dados la oportunidad pero al mismo tiempo sentirse solos, que debemos tartar para la protección de nuestros estudiantes. Nuestras escuelas deben ser completamente inclusivas de estudiantes indocumentados, proporcionándoles todos los recursos necesarios para permitirles tener éxito y prosperar en el futuro y el presente. Las escuelas deben servir como santuarios para estudiantes indocumentados, donde todo miedo de que su estatus de inmigrante impida su educación sea desechado. Debemos continuar la política del distrito de no permitir que inmigración y aduanas tomen acciones en contra de estudiantes en escuelas, así protegiendo familias de ser separadas. La experiencia de nuestros estudiantes indocumentados es una parte definitoria de la calidad de nuestro sistema escolar. Es como tratamos a los más vulnerables y la educación que les proveemos, donde se ve las posibilidades de nuestras escuelas. La educación es el gran ecualizador, que presenta la Puerta de las oportunidades a nuestros estudiantes. Es imperativo que protejamos a nuestras familias indocumentadas dentro del sistema educativo. Entendiendo los problemas de los estudiantes indocumentados porque los experimentó de primera mano, Luisa se dedica a asegurar la protección y el avance de nuestras familias indocumentadas.