COVID-19 ha servido para hacer más evidentes las desigualdades en nuestros sistemas actuales, demostrando los efectos de amplio alcance de los problemas del acceso a plataformas digitales y la inseguridad alimentaria. COVID-19 ha devastado todas las comunidades, hemos visto el profundo daño que ha hecho a las comunidades de color y comunidades de bajos ingresos. Reconocemos estos problemas, y las desigualdades sistémicas que han permitido que aparezcan, proponiendo soluciones que se centran en el problema en su centro, no simplemente vendando los subproductos. Por ejemplo, existe una escalera general de acceso a Internet a nivel nacional, donde las familias de bajos ingresos y las áreas rurales tienen menos acceso a Internet que otras. Internet ya no es un recurso de lujo, es una utilidad necesaria que se necesita para completar la tarea y acceder a valiosos recursos de aprendizaje. Debemos repensar la capacidad de la Junta Escolar para servir como defensores a una escala mayor, y en este momento de crisis, podemos usar nuestros poderes para encontrar soluciones innovadoras para la falta de acceso a Internet. Ya sea desarrollando asociaciones público-privadas para cerrar las brechas de Internet o trabajando a nivel de condado para crear un acceso a Internet municipal o democrático, debemos y encontraremos una solución. Además, debemos continuar y expandir nuestros programas actuales de distribución de tecnología siempre que las escuelas permanezcan cerradas, y una vez que las escuelas abran, los estudiantes deben tener acceso a la tecnología necesaria sin importar el área o el código postal. Nuestra Junta Escolar debe trabajar de manera colaborativa y diligente para cerrar la división de recursos digitales.
El problema de la inseguridad alimentaria también afecta a nuestras comunidades. Dentro de nuestras escuelas, el programa de almuerzo gratis y reducido, junto con el desayuno gratuito proporcionado por el condado, son comidas clave para nuestros estudiantes. En medio del cierre de escuelas, también debemos considerar cómo satisfacer las necesidades de seguridad alimentaria de nuestras familias y estudiantes mientras los estudiantes continúan aprendiendo desde casa. Debemos ampliar las redes actuales de distribución de alimentos que se han implementado, asegurando que cada estudiante que necesite una comida la reciba. Además, debemos estar preparados para lidiar con los efectos académicos y en la salud mental de la inseguridad alimentaria. Las brechas de rendimiento entre nuestros ingresos más altos y más bajos, y los estudiantes blancos y negros, continúan existiendo dentro del condado. Con problemas como el acceso a Internet y la inseguridad alimentaria que perpetúan estas divisiones, debemos estar preparados para ayudar a los estudiantes con recursos de salud mental como la telesalud, así como reconocer el vínculo entre las necesidades socioemocionales y el éxito académico. Al resolver las desigualdades en la seguridad alimentaria y el acceso a Internet, así como al cuidar la salud mental de nuestros estudiantes durante el proceso, podemos trabajar de manera efectiva para arreglar las divisiones mostradas por la pandemia.